sábado, 30 de junio de 2012

"REFLEXION TANTO AMO DIOS AL MUNDO"



TANTO AMO DIOS AL  MUNDO
(Publicado en nuestra revista MISION SIGLO XXI Nº 8)
¡Qué pésima forma de agradecer tanto amor recibido de Dios tuvo el hombre! Desde la eternidad Dios nos había señalado un gran destino: ser sus hijos adoptivos semejantes a su Hijo único. Por eso creó al hombre a su imagen y semejanza. Lo puso en un planeta adecuadamente provisto para una vida digna y feliz, y le dió una Ley para vivir (Eclesiástico 17,1-14). La opción correcta del hombre era seguir la senda de Dios y alcanzar la vida eterna como hijo de Dios.
Pero siguiendo la voz del tentador nuestros primeros padres actuaron contra la Voluntad de Dios. Se consumó el Pecado original y el plan de Dios quedó truncado. Como consecuencia el hombre obtuvo el sufrimiento y la muerte. (Al respecto repase nuestro número anterior). El pecado no quedó ahí sino que fue creciendo a través de las generaciones de modo que el autor de los salmos escribió: "todos por igual se ha pervertido. No hay quien haga lo bueno. No hay ni siquiera uno" (Salmo 53,1-3). La pregunta es: ¿Cómo reaccionó Dios ante el Pecado? ¿Podía ser posible ahora que la humanidad llegara a la Vida Eterna si libremente la había rechazado? En tal caso ¿Cómo podía cerrarse el abismo abierto por el hombre?
La respuesta de Dios al Pecado fue un extraordinario acto de amor que puede ser calificado como la más bella historia de amor. Jesús dijo: "No hay amor mas grande que dar la vida por aquellos que uno ama" (Juan 15,13). Pues bien, nadie como Dios ha cumplido este principio. Dios demostró su amor por nosotros de un modo innegable: dió la vida de su precioso Hijo para salvarnos. Esa es la prueba de amor mas grande que se ha dado en la Historia.
LA PROMESA DE UN SALVADOR
Romanos 6,23 señala que "el pago del pecado es la muerte". Puesto que todos desde Adán hemos pecado, lógicamente todos merecemos la muerte eterna, la condenación lejos de Dios. Frente a esta sentencia el hombre no puede hacer nada para salvarse (Mateo 16,26; Salmo 49,7-8). El pecador de suyo esta perdido. Sin embargo Dios no abandonó al hombre a su errada decisión. Dejó que cargara las consecuencias de su peor error, pero tuvo compasión por su destino final.
Dios permaneció firme en sus propósitos. Habiendo creado al hombre para una vida eterna y feliz a su lado, su Voluntad es "que todos se salven y lleguen a conocer la verdad" (1 Timoteo 2,4). Por eso Dios frente al pecado elaboró una solución perfecta que planeó en el mismísimo momento del Pecado Original. Un plan para salvar al hombre de la perdición eterna. Esta solucion del problema del pecado universal lo encontramos en Génesis 3,15. Se le llama "proto-evangelio" porque es el primer anuncio de la salvación que registra la Biblia. Allí Dios promete al hombre un Salvador al decirle a Satanás: "enemistad pondré entre tí y la mujer, entre su descendencia y la tuya; la descendencia de la mujer te pisará la cabeza, mientras tú le morderás el talón". En estas pocas palabras está contenido el Plan Salvador de Dios. Analicemos su contenido: Dios dice que habrá una mujer singular que por obra suya iba a ser enemiga del diablo, una mujer que a diferencia de Eva no tendría ningún pecado. De esta mujer nacería una descendencia que también sería enemiga de satanás y de su obra maléfica, y cuya misión sería "pisarle la cabeza" es decir, vencer a satanás y destruir su obra de pecado. ¿Quién es esta mujer? ¿Quién es la descendencia de esta mujer? El punto clave para descifrar este versículo está en las palabras "su descendencia te aplastará la cabeza". Ahora bien, ¿quién es el único que ha vencido absolutamente a satanás? Es nuestro Señor y Maestro Jesucristo. Y La mujer inmaculada de quien nació es la Virgen María.
EL CORDERO DE DIOS QUE QUITA EL PECADO DEL MUNDO
La promesa de Dios se cumplió cuando el Verbo se hizo carne en María y habitó entre nosotros con el nombre de Jesús (Juan 1,14).
Jesús derrotó amplia y totalmente al diablo. Primero lo derrotó en las tentaciones después de los 40 días en el desierto. Después durante tres años deshizo la oscuridad del mal enseñando la verdad y liberando a la gente. En la pasión también venció la tentación y prevaleció la obediencia a su Padre. Finalmente dió su vida en la cruz por los pecados de toda la humanidad. Satanás "mordió el talón" a Jesús al lograr que muriera traicionado y abandonado por su propio pueblo. Pero la victoria de Satanás fue aparente. Precisamente, en el mismo instante en que Jesús entregaba su espíritu al Padre y moría, en ese mismo instante se firmaba la derrota del diablo. En el Calvario Jesús destruyó la obra del pecado y luego con su resurrección dio nueva vida a la humanidad.
El sublime acto de amor divino fue resumido en un versículo bíblico, Juan 3,16-17: "Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único para que todo aquel que cree en él no muera sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su hijo al mundo para condenarlo, sino para salvarlo". Jesús es el Cordero de Dios que vino a quitar el pecado del mundo para que podamos vivir plenamente la vida de Dios (Juan 1,29). ¿Cómo fue que quitó el pecado y abrió la senda de la salvación? Sufriendo en su carne el castigo que merecíamos por nuestros pecados (Isaías 53,5-6). Todos tenemos una voluminosa carga de pecados ante Dios y esa cuenta no la podíamos pagar. Pero Dios tomó la iniciativa de salvarnos por el amor que nos tiene. Tanto nos amó que decidió sacrificar su tesoro más precioso, su Hijo, para que tomara nuestro lugar y pagara nuestra deuda ofreciendo su sangre a cambio de nuestra redención eterna (Hebreos 9,12). Cargó sobre sí nuestros pecados y los clavó en la cruz (1 Pedro 2,24). Su sangre fue "la moneda" que pagó nuestras culpas (Efesios 1,7). Cristo no cometió pecado alguno, pero por amor a nosotros Dios lo trató como al pecado mismo, para así librarnos de culpa (2 Corintios 5,21). Así como el pecado de Adán acarreó la sentencia de muerte para todos los hombres, así también el sacrificio de Jesús trajo a todos el indulto de la Vida (Romanos 5,18). Gracias a Jesús, el Martir del Calvario, todos nuevamente tenemos las puertas abiertas del Reino de Dios (Efesios 2,1-6).
Esta es la prueba del gran amor que Dios nos tiene: Siendo nosotros malos y no teniendo posibilidad de salvarnos, gratuitamente y por amor Cristo murió para librarnos de culpa y del castigo final (Romanos 5,6-10). Este acto divin o constituye la mas bella historia de amor del universo: un Dios que por amor crea criaturas a su imagen, les da todo, y estas criaturas le resultan infieles. Pero Dios los ama tanto que no vacila en sacrificar su prenda mas preciosa para salvarlos: la vida de su querido hijo. ¡Así Dios ha aprobado que en verdad nos ama! ¡No existe amor mas grande que el amor de Dios por nosotros! Lo sorprendente está en la decisión que Dios Padre tomó de entregar a su Hijo inocente por salvar a rebeldes criaturas. ¿Tanto nos ama? El apóstol Pablo dice en Efesios 2,4-5: "Dios es tan misericordioso y nos amó tanto que nos dio vida juntamente con Cristo cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados. Por la bondad de Dios hemos recibido la salvación". ¿Qué amor más grande que este? ¿Qué historia de amor mas bella que la historia del amor de Dios por la humanidad? En el mundo corren muchas historias de amor en las novelas pero muy pocas de ellas presentan la historia de amores que se sacrifican por el ser amado. Mayormente son historias pasionales, de amores románticos, sensuales y egoístas. Solo Dios ha escrito la mas bella historia de amor con la sangre de su querido Hijo.
LO QUE NOS TOCA HACER: CREER SINCERAMENTE EN CRISTO
Como podrás darte cuenta es Jesús quien nos abrió el camino de la Salvación. El pagó con su vida todas nuestras infamias: las tuyas y las mías. Todos nosotros nos perdimos como ovejas descarriadas mas el Padre cargo sobre sus espaldas nuestras culpas (Isaías 53,6). Jesucristo nuestro Maestro y Señor, víctima inocente y voluntaria, fue hacia la cruz cargando toda la maldad del mundo y lo destruyó en su cuerpo. A través de El, el Padre Eterno se estaba reconciliando con nosotros y estaba abriendo las puertas del Reino eterno para que pudiéramos entrar (2 Corintios 5,19).
A partir del sacrificio de Jesús ya no hace falta pagar nuestros pecados. Ahora el medio de entrar al camino de la salvación es sencillamente tener una fé viva en Cristo (Romanos 3,25-26), una fe mostrada en hechos (Santiago 2,14). El apóstol Juan nos dice claramente: "El que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero el que no cree en el Hijo no tendrá esta vida sino que recibirá el terrible castigo de Dios" (Juan 3,36). Así pues, Dios nos pide una acción sencilla y personal para recibir gratuitamente la salvación: poner fé verdadera en el precioso Hijo de Dios. Una fe que sea convicción de que Jesús es el Señor; que El es la única Verdad, el único Camino y la única Vida (Juan 14,6). Un creer en Jesús con toda el alma, con toda la mente, con todo el corazón y con todas las fuerzas. Una fe que lleve a seguir sus enseñanzas e imitar su vida al costo que fuere. ¡Una fe que transforme la vida! Solo esta clase de fe es la que salva al pecador.
A aquel que se entrega a Jesús, Dios le perdona sus pecados, mas aún, los olvida completamente (ver Miqueas 7,19 y Salmo 103,8-14). Dios está esperando que los hombres caidos en el pecado vuelvan sus ojos a Jesús y crean en él.Quienes lo hicieron limpiaron sus almas y recibieron Nueva Vida. Así pasó por ejemplo con la mujer pecadora que llegó a ser Santa María Magdalena (Lucas 7,37-38). Algo similar sucedió con Zaqueo, un tremendo explotador del pueblo, que al encontrar a Jesús cambió radicalmente su vida. También fue el caso del buen ladrón que al volver su mirada a Jesús en los últimos instantes previo a su muerte escuchó de los labios del Salvador: "Hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lucas 23,42-43).
Aprendiendo esto, meditando esto, ¿podemos seguir portándonos mal con Dios? ¿Con qué cara continuar en el camino ancho del pecado dando una respuesta de ingratitud al magnífico amor de Dios? Tú hermano ya no lo hagas. Decídete a volver tu corazón totalmente a Dios. Haz como esos grandes cristianos que llamamos los Santos, que al enterarse de esta hermosa verdad convirtieron sus vidas y se entregaron al servicio del Señor. Así valoraron el acto de amor que Dios hizo por salvarnos y valoraron el sacrificio de Jesús en la cruz. Como dijo Santa Teresa de Jesús: "amor con amor se paga". Y San Francisco de Sales: "Mi Jesús se ha dado todo por mí, por eso yo me entrego todo a él. Viviré y moriré recostado sobre su pecho; y ni la muerte ni la vida me separarán de él".
Amen.


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