jueves, 21 de junio de 2012

"REFLEXION TUS PECADOS PUEDEN SER PERDONADOS"


TUS PECADOS PUEDEN SER PERDONADOS
(Publicado en nuestra revista MISION SIGLO XXI Nº 11)
Todos conocemos el caso histórico del suicidio de Judas quien después de haber cometido el acto ruin de traicionar a su Maestro y venderlo por treinta monedas, no pudo soportar el punzante remordimiento de su conciencia y terminó quitándose la vida. ¿Porqué Judas hizo eso? ¿Tuvo necesariamente que ser así? ¿Acaso fue el único que pecó terriblemente contra Jesucristo para merecer tal "castigo"? ¿No pecó tan igual que Judas nuestro primer Papa, San Pedro, al negar por tres veces consecutivas a Jesús? ¿No pecaron también los otros discípulos al huir y dejar solo al Señor en tan terrible situación? ¡Por supuesto que ellos también pecaron contra su Maestro! Pero entonces, ¿porqué no se suicidaron como Judas al darse cuenta de su vil cobardía? La respuesta es que ellos TUVIERON FE EN EL PERDON DE SUS PECADOS POR PARTE DE DIOS (Joel 2,12-13).
¿Sabes cuál es la noticia más grata para aquel que toma conciencia de sus pecados y se da cuenta de su APARTAMIENTO de Dios? Es el saber que sus pecados PUEDEN SER PERDONADOS! Y hoy esta buena noticia llega a tí amigo(a) lector: Tus pecados pueden ser perdonados.
No importa cuanta maldad haya brotado de tí. No importa cuál haya sido el calibre de tus ruindades. Hayas hecho lo que hayas hecho Dios tiene misericordia de tí. Más aún, quiere perdonarte hoy mismo (Isaías 1,18) ¿Sabes porqué? Porque Dios, el que te sacó de la nada y te dio todo lo bueno que disfrutas en la vida, te ama más que nadie en la Tierra.
EL CAMINO DEL PECADO
Según la Sagrada Escritura todos somos pecadores: "todos se han desviado, todos por igual se han pervertido. No hay quien haga lo bueno. ¡No hay ni siquiera uno!" (Salmo 53,3; ver también Isaías 53,6). La vida terrenal es un trayecto abierto a la posibilidad del pecado. Así fue desde el principio. Dios creó al hombre con la facultad del LIBRE ALBEDRIO. Es decir que el hombre fue creado con la libertad de decir SI o NO a la Voluntad de Dios (Eclesiástico 15,14-17). Y desde el principio cometió el nefasto error de decirle "¡NO!" a Dios. ¡Todos hemos caído en ello! La Biblia reconoce que hasta el más justo peca algunas veces (Eclesiastés 7,20). El hombre es débil y las tentaciones son fuertes. El diablo anda buscando a quien hacer caer (1 Pedro 5,18). El hombre , día tras día, desde que tiene uso de razón y hasta su edad presente, va cometiendo pecado tras pecado (y cuántos son sumamente graves). El hombre peca con su pensamiento, con sus palabras, con sus acciones, y también peca cuando no hace el bien que debe hacer (Gálatas 5,19-21; Santiago 4,17). Y muchas veces de tanto pecar se le endurece el corazón y se hace insensible al remordimiento. ¿Verdad que sí? Si tu situación es más o menos así, ¿qué puedes hacer para volver a Dios?
COMO CONSEGUIR EL PERDON DE LOS PECADOS
Si tus pasos andan lejos de Dios entonces vuelve a El que te espera con los brazos abiertos. El primer paso para retornar a Dios es aclarar tu situación ante El. Eso se llama "examen de conciencia". Consiste en preguntarte a tí mismo acerca de estos puntos: ¿Vives haciendo la Voluntad de Dios? (Jeremías 5,21-29) ¿O más bien vives haciendo cosas que ofenden el nombre de Dios y violan su Voluntad constantemente? (2 Timoteo 3,1-5). ¿Eres un cristiano digno de Jesucristo? (1 Tesalonicenses 4,1-8). ¿Qué hay de los diez mandamientos en tu vida? (Mateo 19,16-19). ¿Cuál de los siete pecados capitales: avaricia, gula, lujuria, pereza, ira, envidia y soberbia, anidan en tu corazón? (Marcos 7,20-23).
No te debes engañar en las respuestas. Jesús advirtió que muchas personas religiosas: "son como sepulcros blanqueados, parecen buenos por fuera pero por dentro están llenos de hipocresía y maldad" (Mateo 23,28). ¿Es esta tu condición? Cuando una persona escucha la Voz de Dios en su conciencia y REVISA su vida entera, descubre cuál es su situación ante Dios (Juan 4, 28-29). Sólo entonces reconoce ser culpable de las maldades que ha cometido y siente dolor espiritual por haberlas hecho (Lucas 7,37-38), y se pone a los pies de Jesús en busca de perdón (Lucas 7,36-50). Dar estos pasos conduce a un CAMBIO de rumbo en la vida: dejar el camino ancho del pecado y optar por el camino de la Palabra de Dios (Mateo 7,13-14).
Este proceso fue descrito en la Parábola del Hijo Pródigo (Lucas 15,11-24). Nosotros los católicos lo vivimos en el sacramento del perdón comúnmente conocido como LA CONFESION.
EL REGALO DE LA CONFESION
Nuestro Señor Jesús, conocía nuestra fragilidad pues fue un hombre como nosotros (Hebreos 4, 5). De ahí que El sabía que aún teniendo buenos propósitos íbamos a CAER muchas veces bajo el peso de la tentación. Por eso nos dio un medio para levantarnos del pecado y recuperar su amistad: el sacramento del perdón.
Mientras Jesús estuvo físicamente en la tierra, él mismo perdonó los pecados de la gente (Mateo 9,1-8). Pero cuando tuvo que volverse al lado del Padre dio a sus apóstoles el poder de perdonar para que EN SU NOMBRE ellos perdonaran los pecados de la gente (Juan 20,19-23). Este poder divino de perdonar los pecados lo tienen hoy LOS OBISPOS Y LOS SACERDOTES pues lo han recibido en sucesión jamás interrumpida desde los mismos Apóstoles. Ellos administran el perdón de los pecados por encargo de Jesús. Por eso les llamamos MINISTROS DE JESUCRISTO (Hechos 13,38-39).
Los protestantes dicen que los creyentes deben confesarse solo con Dios. Pero en ninguna parte de la Biblia dice literalmente: "confiésense solo con Dios". La Biblia habla de la necesidad de la confesión (p. e. en 1 Juan 1,8-9) y la Iglesia en aplicación del texto de Juan 20,19-23 ha establecido que la confesión sea ante un sacerdote para que el pecador pueda RECIBIR el perdón de los pecados DE PARTE DE UN MINISTRO DE JESUCRISTO. Si bastara confesarse solo con Dios entonces ¿para qué dejó Jesús el poder de perdonar pecados a los apóstoles? No tiene sentido. Además los protestantes de todas maneras cuentan sus pecados a sus pastores para ser aconsejados u orados por ellos, e incluso en algunas sectas obligan a decir los pecados ante toda la congregación reunida. Es decir que de todas formas se confiesan "ante el hombre" pero no RECIBEN EL PERDÓN DE SUS PECADOS sino que solamente "confían en haber sido perdonados por Dios por medio de la oración", lo cual es muy poco seguro.
QUE ES LA CONFESION
La confesión no es otra cosa que ponernos humildemente delante de Dios (representado por su ministro) para confesarle con arrepentimiento nuestros pecados y recibir de El (presente en su ministro) el perdón de nuestros pecados.
Este sacramento se realiza en cuatro pasos: 1º Hacer un sincero examen de conciencia. 2º Humildemente pedir perdón a Dios en oración. 3º Prometer a Dios no volver a caer en la senda del pecado. 4º Confesar los pecados ante un sacerdote de Jesucristo.
El sacerdote escucha nuestra confesión por dos motivos: primero, para darnos el debido perdón y la penitencia a nuestros pecados confesados. Y segundo, para darnos adecuados consejos para superarlos. De esta manera los sacerdotes NOS PONEN EN PAZ CON DIOS (2 Corintios 5,18).
Por nuestro lado es necesario confesarnos como RECONOCIMIENTO ARREPENTIDO, VALIENTE Y HUMILDE de haber cometido pecados contra Dios, contra el prójimo y contra nosotros mismos (1 Juan 1,8-9). No es fácil declarar el mal que uno ha hecho ante un ministro de Dios. Pero el fruto es la reconciliación con Dios y la paz del corazón (Salmo 32,1-5)
La confesión es pues el sacramento de retorno a Dios y nada mejor para salir del apartamiento de Dios que una confesión bien hecha. Allí uno reconoce sus miserias ante Jesucristo y le pide perdón (Salmo 51,1-10). Y el Señor a través de su ministro nos dice: "tus pecados son perdonados, vete en paz" (Lucas 7,48). ¿No es algo fenomenal?
Ahora bien, ¿porqué una CONFESION ARREPENTIDA Y SINCERA nos reconcilia tan fácilmente con Dios? Porque ya Jesús ha pagado nuestras "deudas" en el Calvario (Romanos 5,8-10; 1 Timoteo 2,6). El murió en lugar nuestro (Isaías 53,5-6). EL ES NUESTRO SALVADOR. Si tú acudes a buscar el perdón de Jesús en la Confesión, quedarás con el corazón limpio y gozando de la paz interior que solo Dios puede dar. Con tu confesión te acoges voluntariamente a la Salvación que Cristo obró para la humanidad entera mediante su muerte. Hazlo y experimentarás el gozo de la reconciliación con Dios. Y en los cielos habrá fiesta. (Lucas 15,21-24). La Confesión borra tus pecados de manera absoluta que es como si jamás los hubieras cometido. Recibes un corazón nuevo y un espíritu nuevo otra vez.
Por eso debemos mirar con otros ojos a la confesión: no como una desagradable obligación, sino como un RESTAURADOR BAÑO ESPIRITUAL (Salmo 32,1). Cada confesión es un ENCUENTRO con el Amor misericordioso de Dios. Al confesarnos nos ponemos a sus pies para que nos limpie profundamente del mal que hemos hecho. Así sacamos algo positivo de nuestros pecados: más HUMILDAD y GRACIA para ser mejores DISCIPULOS DE JESUCRISTO.
Terrible DESGRACIA es estar fuera de la gracia de Dios. Pero mayor desgracia es PERMANECER en el fango del pecado. Por eso, "aunque tus pecados hayan sido como el rojo mas vivo" (Isaías 1,18), PUEDEN SER PERDONADOS. Acércate a un sacerdote y confiesa las obras malas que has hecho contra Dios, contra tu prójimo y contra tí mismo. Y recibirás el perdón de tus pecados! Y volverás a la amistad con Dios. ¡El te está esperando con los brazos abiertos! Sólo falta tu decisión

 
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